El inspector de Nikolái Gógol es una de las más brillantes comedias de la dramaturgia universal. Su actualidad es tan absoluta que todos los años se la representa con éxito de público en los grandes escenarios del mundo.
Aunque los hechos transcurren en la Rusia del XIX, todos nos vemos reflejados en sus personajes: políticos, funcionarios, empleados, ricachones, hosteleros, mujeres maduras y jóvenes trepadores, etc. como si los hechos sucedieran en cualquier pueblo de la España autonómica.
Con El inspector podemos reírnos de nuestras miserias sociales y de la hipocresía que ponemos cada día en escena al salir a la calle. No somos más que un personaje de esta farsa genial de Gógol, que cada día tiene más vigencia y actualidad.
Nicolai Vasilievich Gogol
19 de marzo de 1809, cerca de Sorochincy, en el distrito de Mírgorod, provincia de Poltava, en Ucrania. Educado primeramente en la casa paterna y luego en el Liceo de Niezin, terminó Gógol sus estudios en 1828 con un diploma de segunda categoría. En vez de estudiar, organizaba funciones. Otro factor desfavorable, que frenaba su aplicación, era su desmesurado orgullo. Convencido de su superioridad sobre las demás personas, el joven Gógol soñaba con grandes hazañas en vez de estudiar. Pero ¿cómo explicar que, a pesar de su pasión por el teatro, veía su gran porvenir en una carrera istrativa? Aun la probó, como intentó más tarde dar clases de historia. Pero la atmósfera gélida de las oficinas públicas petersburguesas apagó rápidamente sus ilusiones respecto a la posibilidad de distinguirse en aquel terreno.
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