¿A partir de qué precio traicionaríamos a alguien? ¿Llegaremos a confiar más en una máquina que en una persona? ¿Somos vengativos por naturaleza? Lo que queda de la vieja España se congela en 2031. También se quema en medio de una guerra abierta entre bandas de delincuentes. Hijos de Saturno recrea un mundo donde hombres y mujeres, cada vez más alejados entre sí, comparten su vida con nuevos seres. Una sociedad que se olvida de los mayores y, por tanto, pierde su memoria. Pero que está obligada a seguir adelante.
Emilio Tomas
Nací en Madrid, como podía haberlo hecho en cualquier otro lugar. Un 18 de enero, que era lunes. Y supongo que le imprimió carácter. Al mediodía, cuando la vida se desarrolla en su máxima intensidad. A mediados de la década de los años sesenta, época revolucionaria, de cambios. En España, al menos, se empezaban a intuir por unos cuantos. He desempeñado diversos oficios, en bastantes ocasiones compaginándolos unos con otros. Doblando turnos, trabajando hasta 24 horas seguidas (casi lo sigo haciendo ahora). Desde recolector agrícola hasta mozo de almacén. Pasando por mensajero en las calles de Madrid, transportista, istrativo, periodista en prensa escrita y radio, profesor, formador de adultos, corrector, monitor infantil... Durante el Servicio Militar, instructor e incluso bibliotecario. Como la vida es un gran teatro, hasta soy aprendiz de actor. Aunque, en realidad, mi vocación es la de observador. Me licencié, además de en la vida —después de tan azarosa vida profesional, creo que puedo afirmarlo— en la Facultad de Ciencias de la Información, en la ciudad que me vio nacer. Y completé mi formación académica con un doctorado, del que me siento muy orgulloso, y en el que, como todo desde hace ya más de treinta años, fue decisiva la ayuda de mi esposa y compañera Nuria. Con 'Nietos de Caín' abro otro capítulo en mi currículum, siendo autor de ficción. Y, como tengo toda la vida por delante, claro, espero que se unan numerosas páginas a este libro personal que, gracias a todas las experiencias que se cruzan en mi camino, no deja de crecer. Palabra de un corredor de fondo, que también, y de eso me siento muy orgulloso, ha llegado a completar nueve maratones, con sus 42,195 kilómetros. Uno detrás de otro.
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