En un domingo de abril de 1945, Semprún, a los veintidós años, fue liberado del campo de concentración de Buchenwald por el III Ejército del general Patton. En otoño de aquel mismo año empezó a elaborar literalmente la monstruosa paradoja de haber vivido la muerte. Pero fue imposible. «Entiéndase», dice él en su discurso con motivo del Premio de la Paz (1994), «no era imposible escribir: habría sido imposible sobrevivir a la escritura. Tenía que elegir entre la escritura y la vida, y opté por la vida.» La escritura o la vida es, pues, no sólo la memoria de la muerte, sino la de todas aquellas vivencias pasadas y presentes -vitales, sensoriales, afectivas, intelectuales y literarias- que, al revelarse, al abrirse sin restricciones a la conciencia del autor, emergen cargadas de la emoción del reecuentro consigo mismo y enriquecidas por la reflexión. Semprún habría podido contentarse con escribir un testimonio. Pero eligió el camino de la creación literaria.
Jorge Semprún
Jorge Semprún (Madrid, 1923-París, 2011) fue un escritor transnacional cuya obra abarca todos los géneros: ensayo, guion cinematográfico, narrativa, poesía y, sin duda el menos conocido, también el teatro. Su literatura dramática comprende hasta el momento cinco obras de suerte desigual: una de ellas publicada clandestinamente en 1953 (¡Libertad para los 34 de Barcelona!), dos en francés (El regreso de Carola Neher y Yo, Leonor, hija de Carlos Marx, ¡judía!, editada póstumamente) y la primera cronológicamente (Soledad) y la cuarta (Gurs. Una tragedia europea), inéditas. Escritas en diferentes idiomas, se publican ahora en un único volumen, traducidas al castellano por primera vez. Cada una de estas cinco obras responde a una circunstancia concreta en la dilatada vida de su autor, es decir, responde a las preocupaciones y obsesiones que fueron nutriendo su escritura a lo largo de una vida no exenta de sobresaltos ni de momentos difíciles, paralelos a los que sacudieron el agitado siglo XX. El comunismo, el exilio republicano español y los exilios europeos, los universos concentracionarios –los más importantes, el nazi y el soviético– o la crítica de los totalitarismos del siglo XX y sus secuelas, se encuentran entre sus temas principales. El teatro de Semprún, de modo más directo que el resto de su obra, viene a constituir un aldabonazo de resonancias múltiples, una llamada de atención sobre asuntos insoslayables de la condición humana, que históricamente adquirieron dimensiones trágicas y frente a los cuales el autor, además de la denuncia, invita en cada momento a la reflexión y a la acción en nombre de los valores de la libertad y la dignidad humanas.
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